He repetido múltiples ciclos en mi vida, esperando que con pequeñas variaciones los resultados fueran distintos, me equivoqué, lo he hecho cientos de veces y al analizar mis errores repetidos la variable común entre todos ellos siempre he sido yo, a veces yo con los miedos, a veces mi incredulidad, las dudas o incluso el exceso de fe. Con el tiempo he descubierto que también el común denominador para sobreponerme a la adversidad soy yo, ahora con la fe puesta en mi persona, con más confianza y una dosis que me caracteriza en optimismo.
Así pasa con el dolor, es pasajero, pero esta última característica nos empeñamos en negarla a la felicidad y lo cierto es que también puede ser efímera, pero volvemos eterno el recuerdo. Vivimos con miedo al dolor, al cambio, a cerrar ciclos, a las despedidas, porque tememos profundamente que lo que está por venir no sea tan favorecedor, lo cierto es que en más de una ocasión los nuevos comienzos van acompañados de magia, de sorpresas e incluso de profunda felicidad, sin embargo solemos frenarlos por miedo.
Tememos terriblemente soltar por miedo a que lo que agarremos nos lastime o no sea lo que añoramos, pero te has preguntado si eso a lo que tanto te aferras no es más dañino que lo desconocido. El dolor también puede ser uno de nuestros grandes maestros, puede ser la señal de alerta o la clave que te indica que es tiempo de cambiar las cosas, de hacer una pausa y quizás redireccionar el rumbo.
Cada fin de año solemos prestar mayor atención al cierre de un periodo y recibimos con emoción o nerviosismo un año nuevo, ¿qué tal si esa emoción la vivieras todos los días? Si te permites ver cada segundo por delante como una nueva oportunidad, quizás tu evaluación del pasado no sea tan esperanzadora como quisieras, pero puede ser un punto de impulso para llegar a donde realmente deseas.
A lo largo de los años hemos aprendido a juzgar las emociones como positivas o negativas, cuando la realidad es que solamente son respuestas a nuestras circunstancias y todas en un sano equilibrio terminan siendo pasajeras. Por ello vívelas en cada instante, hazlo intensamente y sin juzgar, abraza a tu tristeza y quizás conozcas la compasión, encuentra de frente al dolor y también descubrirás tu fortaleza, reconcíliate con el enojo para descubrir la empatía y en medio de tantos encuentros puede que te topes con una dosis de gratitud y amor.
2021 sin duda fue un año duro para todos, quizás hay quien se concentró en simplemente hacer lo mejor para vivir, sobre todo después de un 2020 donde la naturaleza nos gritaba un cambio, una pausa y mayor atención al entorno. Ahora de cara al 2022 tenemos un montón de anhelos y sueños, seguramente persisten los miedos, pero confía en que tienes todo para ser mejor, que has aprendido de los periodos de adversidad y que ese futuro que tanto sueñas, seguramente está a la vuelta de la esquina, pero mientras tanto te invito a cerrar los ojos, inhala profundamente y siente como tu cuerpo se va llenando con el aire que respiras, eso querido lector se llama vida y es justo el llamado para que aproveches al máximo otra oportunidad para disfrutar de cada instante y ser feliz.